martes, 18 de febrero de 2014

Apuntes rápidos a carbón

Bueno estos son unos sencillos ejercicios de unos diez minutos cada uno usando el carbón. Hicimos muchos
pero estos son los tres que más me gustaron.

Puede que a partir de ahora tarde un poco en subir nuevos  dibujos porque.... ¡¡taratachán!! Acabé de subir mis dibujos del año pasado, si señores, hasta ahora estaba con mi libretita del curso anterior y por eso las etiquetas seguían siendo del 2013 a pesar de llevar ya un tiempo en 2014. Ahora me toca escanear los nuevos y subirlos, y prometo ser mucho más diligente que el año pasado. De todas formas, aún tengo una mini batería con mis trabajos favoritos del año pasado y los subiré para que no cese la actividad. ¡Un saludo!






martes, 11 de febrero de 2014

Mi luna

Luna de madera de cuencas vacías, luna lisa y brillante, luna tallada en vetas doradas, luna de labios carnosos, luna que nunca alcanzará el cielo, luna solitaria siempre sin estrellas.


viernes, 7 de febrero de 2014

Navegando

Esta pequeña ilustración fue mi pequeña aportación al hermoso blog de audiopoemas de la Hostería del Laurel, e ilustra un hermoso poema de Gabriel Celaya, "Educar". La primera vez que me lo recitaron acudió a mi mente una imagen muy parecida a esta y que no conseguía sacarme de la cabeza, así que tras un par de intentos frustrados dejé libre a mi mano y a mi mente y por ellas fluyeron los recuerdos de aquella primera impresión que me causó aquel poema lleno de ternura.


domingo, 2 de febrero de 2014

Entre fantasmas y oscuridad

Era un niño valiente, muy valiente, y tenía que demostrar que no tenía miedo de nada. Por eso entró en el bosque del que todos huían. Y caminó bajo los árboles de troncos oscuros y ramas quebradizas, caminó sobre las malas hierbas y el barro, apartó con sus manos las telarañas que cubrían los huecos entre las hojas marchitas. Sólo era un bosque, un bosque feo y lúgubre pero sólo un bosque. No había nada raro, no había animales, ni sonidos, ni pájaros, ni viento, ni brisa, ni nada... Sólo era un bosque feo, el niño no tenía miedo; a pesar de que no había marcado el camino de regreso, a pesar de que la noche caía sobre él sin que se diera cuenta, a pesar de que aquel silencio fuera realmente escalofriante. No tenía miedo, sólo era un bosque feo, un bosque feo, sólo un bosque feo, no tenía miedo. Pero algo dentro de él comenzaba a inquietarse, algo dentro de él quería avisarle, decirle que volviera, pero no tenía miedo, era valiente y no quería tener miedo.  Así que no veía los ojos rojos que le observaban desde las ramas de árboles, no veía las sombras de otros niños valientes atrapados en el bosque, no escuchaba el chasquido de los colmillos ocultos entre la maleza.

 No vio los ojos rojos en la sombra hasta que fue demasiado tarde.